Habitantes del noreste de India huyen desesperados de violencia interétnica
La violencia interétnica en el estado de Manipur, noreste de India, dividió a las comunidades, pero las víctimas de ambos lados dan testimonios similares sobre familiares asesinados, casas incendiadas y sentimientos de desesperación.
Al menos 120 personas murieron desde mayo en este estado durante enfrentamientos armados entre los meiteis -comunidad mayoritaria y esencialmente hindú- y la minoría cristiana de los kukis.
Pero el balance humano sería mucho más elevado, estiman muchos habitantes.
Unas 50.000 personas se vieron obligadas a huir. Entre ellas, Ranjana Moirangthem, una maestra evacuada por el ejército junto a 25 vecinos que se encontraban en un refugio para escapar de los combates armados.
Esta meitei, que vivía en Churachandpur -convertido en un bastión kuki-, huyó solo con lo que llevaba puesto. En el pánico, olvidó sus diplomas, indispensables para encontrar un trabajo.
Pidió a un amigo kuki que los recogiera, pero al parecer quemaron su casa, al igual que miles de otras.
"Soy profesora pero no tengo nada para probarlo", explica.
Ahora vive, gracias a la ayuda del gobierno y de organizaciones benéficas, en una casa superpoblada del distrito de Moirang. Comparte el espacio con unas 250 personas y el suelo está lleno de colchones.
"Quiero regresar. Churachandpur es el lugar donde siempre viví", subraya.
L. Sonia, una meitei que ahora vive en la misma casa, cuenta que intentó, en vano, detener a las bandas que saquearon su barrio de Churachandpur.
"El problema de ellos es el gobierno, ¿verdad? ¿Por qué prender fuego a nuestras casas?", relata haber preguntado a los asaltantes.
- Falsos ataúdes en el camino -
Los estados lejanos del noreste de India conocen tensiones interétnicas desde hace tiempo.
El recrudecimiento de la violencia en Manipur se produjo especialmente después de una marcha de protesta contra la posibilidad de que los meiteis obtuvieran el estatus más ventajoso de "tribu registrada" que les garantizaría cuotas de empleos públicos y de admisiones en las universidades.
Ambas partes acusan al gobierno del estado, dirigido por el partido nacionalista hindú Bharatiya Janata (BJP), y al gobierno central de no poner fin a esta violencia.
El ministro indio del Interior, Amit Shah, prometió una "investigación imparcial" sobre la violencia, afirmando que el gobierno estaba "al lado del pueblo de Manipur".
Pero los enfrentamientos no cesaron.
Para advertir a los meitei de que ya no son bienvenidos en el distrito de Churachandpur, hay falsos ataúdes en el camino que conduce allí.
En las señales de tráfico, el nombre de Churachandpur fue tachado porque proviene de un antiguo rey meitei.
Los kukis construyeron un monumento de bambú con imágenes de sus conciudadanos muertos, incluido el más joven, un bebé de dos meses. Un mensaje recuerda que su "sangre no fue derramada en vano".
En un campamento de desplazados kukis, Vaneilhing, de 40 años, madre de dos hijos, cuenta cómo cientos de personas vestidas de negro llegaron a su casa. Primero la saquearon y luego la incendiaron.
"Algunos no tuvieron tiempo ni de ponerse zapatos antes de huir", testimonia esta antigua comerciante, demasiado asustada por eventuales represalias para dar su identidad completa.
Por la noche, la comunidad se reúne en una capilla improvisada. Rezan y cantan himnos para intentar cubrir el ruido de los intercambios de disparos entre las milicias rivales.
U.Smith--HHA