Hamburger Anzeiger - La inflación en Camboya hace temer el regreso de la desnutrición infantil

La inflación en Camboya hace temer el regreso de la desnutrición infantil
La inflación en Camboya hace temer el regreso de la desnutrición infantil / Foto: TANG CHHIN Sothy - AFP

La inflación en Camboya hace temer el regreso de la desnutrición infantil

El aumento de los precios podría llevar a miles de niños en Camboya a la desnutrición, en uno de los países más pobres y vulnerables al clima de Asia, que confía en los programas de educación agrícola en las escuelas como mecanismo de supervivencia.

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En los mercados del país, tanto los clientes como los vendedores hablan de inflación. Superados los tiempos del covid-19, las cosas vuelven lentamente a la vida, pero las tensiones internacionales, especialmente la guerra en Ucrania, se hacen notar.

En este contexto sombrío, algunos pequeños comerciantes afirman haber perdido la mitad de sus ingresos, como Chhon Puthy, una vendedora de fideos del pueblo de Chroy Neang Nguon (norte), a dos horas en coche de Siem Reap.

Los clientes de Chhon Puthy, que ya sufrieron económicamente por la pandemia, ahora son más escasos, víctimas del aumento de los precios de la energía.

La mujer de 31 años, que a veces "reduce sus raciones", está ahora preocupada por la salud de sus dos hijos.

Los alimentos se han encarecido: +5,6% de media en un año, con un pico del 35% en el caso del aceite vegetal, según datos publicados en mayo por el Programa Mundial de Alimentos (PMA).

"El aumento de los precios de los alimentos corre el riesgo de agravar los ya elevados niveles de desnutrición entre los niños, justo cuando el país empezaba a mostrar signos de recuperación del impacto económico de la pandemia", dijo en un comunicado la oficina de nutrición de la ONU en Camboya.

- Temores por el desarrollo de los niños -

La inflación amenaza con revertir los esfuerzos para combatir la desnutrición entre los más pequeños. Dos de cada tres niños menores de cinco años se vieron afectados en 2014, según el gobierno camboyano.

En el hospital infantil de Angkor, en Siem Reap, los casos de desnutrición han pasado de 59 en 2019 a 77 dos años después, incluyendo una muerte, la de un bebé de cinco meses.

A veces las familias son tan pobres que tienen que diluir la leche infantil con agua, dijo a la AFP Sroen Phannsy, una enfermera encargada de la unidad de cuestiones relacionadas con la alimentación.

"Nos preocupa su crecimiento futuro, especialmente su desarrollo cerebral, que puede verse afectado cuando tengan que ir a la escuela a los cinco o seis años", dijo.

Antes de la pandemia, las inundaciones de 2020 habían dejado al país en una situación de vulnerabilidad ante el cambio climático, con prolongados periodos de sequía que redujeron el rendimiento de las cosechas.

Un equipo del hospital está recorriendo las zonas rurales para identificar los casos más graves antes de que sea demasiado tarde. Las oenegés también han participado durante años en la lucha contra el problema.

- Desayunos gratuitos -

Desde hace unos meses, la familia de Chhon Puthy depende del programa de desayunos escolares gratuitos --arroz, sopa de pescado y verduras cultivadas en el huerto escolar-- para sus hijos, lo que le permite ahorrar el dinero que antes les daba para la merienda.

"La comunidad depende de estas comidas porque todas las mañanas los padres están ocupados en el campo y no tienen tiempo de cocinar para los niños", dice.

Con el apoyo del Programa Mundial de Alimentos (PMA), el programa de alimentación escolar abarca más de 1.100 escuelas.

En la región de Siam Reap, unas 50 huertas de aprendizaje en las que los niños pueden aprender a cultivar sus propias verduras fueron creadas por oenegés, con el apoyo del PMA.

"Este programa permite a los alumnos tener una alimentación rica y suficiente y les ayuda a venir a clase con regularidad. Ha reducido en gran medida el absentismo", afirma Long Tov, director de una escuela de Chroy Neang Nguon.

Allí, tras las clases de matemáticas o ciencias, los alumnos aprenden a cosechar verduras. Vireak, de 12 años, es feliz: "En el jardín, somos felices. Cuando vuelvo a casa cultivo enredadera de agua, judías y tomates", explica.

H.Brunner--HHA