Grafiteros ucranianos retratan la guerra con "gatos patriotas" en Odesa
Un gato azul sonríe triunfante mientras pisotea un montón de aviones rusos en llamas en una pared en la ciudad portuaria de Odesa, al sur de Ucrania.
Desde principios de la guerra, un colectivo ucraniano de arte callejero ha pintado decenas de felinos similares en esta ciudad a orillas del mar Negro.
"Odesa es una ciudad portuaria, con lo que hay muchos gastos. Con la guerra, se han vuelto patriotas", asegura Matroskin, uno de los artistas del grupo LBWS.
"Es la única opción que tenemos. Algunos habitantes son voluntarios, otros luchan en el frente y nosotros remontamos la moral con gatos", añade el joven de 32 años.
En el mercado de Privoz, unos gatos blanden bazuca y pistolas, destruyen barcos de guerra rusos y lucen ropa militar mientras hacen la señal de "V" de victoria con sus patas.
Las obras no tienen nada que ver con las del famoso británico Banksy, que ha pintado paredes alrededor del mundo. Sus trazos son menos sofisticados y con un toque humorístico, pero el mensaje de resistencia llega.
Junto a un enorme gato que aniquila aviones rusos se lee un mensaje que se ha convertido en una especie de eslógan no oficial de la resistencia ante Moscú: "Buenas noches. Somos ucranianos".
- Amenaza "débil" sobre Odesa -
La captura de Odesa es una prioridad estratégica para Moscú si quiere controlar la región del mar Negro. Pero la ciudad de un millón de habitantes continúa presumiendo de su libertad.
Mikolaiv, una ciudad 130 km al este, resistió ferozmente el ataque ruso en marzo y protegió indirectamente a Odesa.
Dadas las fuertes pérdidas de Moscú en su intento de invadir toda Ucrania, la amenaza actual sobre Odesa parece "muy pequeña", asegura George Barros, analista del Instituto para el Estudio de la Guerra.
"Los rusos, en este momento de la guerra, no tienen ni la capacidad de combate ni el apoyo logístico necesario para realizar un ataque" contra Odesa, afirma.
Para este analista, Rusia debería usar "juiciosamente" las tropas restantes y "centrarse en sus objetivos" en la región del Donbás y la ciudad de Mariúpol en el este de Ucrania.
En casi 50 días de guerra, menos de diez ataques han impactado Odesa, causando sobre todo daños materiales.
Y las vidas relativamente libres de los residentes de Odesa parecen encajar con la situación militar en esta parte de Ucrania.
Apenas hay controles que limiten los movimientos en la ciudad, a excepción de algunas barricadas y bolsas de arena colocadas cerca del puerto, un contraste radical con la muerte y destrucción que ha sufrido la también ciudad portuaria de Mariúpol.
Pero con el toque de queda a partir de las 21H00, Odesa se transforma en una ciudad fantasmagórica, en la que se esfuman el animado ambiente en las terrazas de los cafés y el ajetreado tráfico.
"La gente de Odesa no está en pánico (...) Están preparados para todo, pero con suerte no llegará", dice Mijail Beyzerman, de 59 años, una reconocida figura cultural de la ciudad.
El psicólogo Alex Krugliashenko diagnostica una "negación" de la guerra en Odesa, con la gente disfrutando pequeños placeres como tomarse un café o disfrutar cada día de la vida.
"Todos sabemos lo que está ocurriendo y cómo la gente sufre en otras ciudades, pero queremos compartir algún tipo de esperanza de que todo va a ir bien", afirma.
- Ira y odio -
Pero no es fácil ignorar el impacto de la guerra y el colapso de la economía nacional. Gennadiy Suldim, empresario de la construcción que tenía 172 empleados, sufre desde el inicio del conflicto.
"Me he vuelto pobre", dice estoico el hombre de 55 años, cuya nueva vocación es recaudar donaciones y equipamiento para el ejército ucraniano.
"Lo único que hago es respaldar al ejército, desde que me levanto hasta que voy a la cama".
"El único sentimiento que tengo es odio (...) Me gustaría que hasta la última de las tropas rusas fuera exterminada", declara.
Por su parte, Matroskin ha destinado también sus habilidades artísticas al ejército, pintando sus vehículos con colores de camuflaje.
"Soy pacifista, pero no cuando mi país está siendo invadido", asegura. "Me gustaría que las tropas rusas yacieran en el suelo (muertas) para que no pudieran dar un paso más en nuestro país con sus armas", confiesa.
E.Gerber--HHA