Hamburger Anzeiger - Fin del juego en Pakistán para Imran Khan, el exjugador de críquet

Fin del juego en Pakistán para Imran Khan, el exjugador de críquet
Fin del juego en Pakistán para Imran Khan, el exjugador de críquet

Fin del juego en Pakistán para Imran Khan, el exjugador de críquet

Como sus predecesores en el puesto de primer ministro de Pakistán, Imran Khan tuvo que abandonar el poder antes de terminar su mandato, con una imagen deteriorada por sus maniobras políticas y su retórica combativa.

Tamaño del texto:

Khan, de 69 años, fue destituido por una moción de censura votada en el Parlamento el domingo, después de haber conseguido retrasar este momento una semana, cuando intentó disolver la cámara para evitarla. Pero el Tribunal Supremo juzgó el jueves que el proceso era inconstitucional.

En la votación definitiva, la moción recogió una mayoría de 174 votos sobre un total de 342 escaños, y Khan fue abandonado por sus principales aliados.

Imran Khan llegó al poder en 2018, tras la victoria en las legislativas de su partido, el Movimiento por la Justicia de Pakistán (PTI), con un perfil religioso conservador, promesas de reformas sociales y de luchar contra la corrupción,

El balance de su mandato y su propensión en estos últimos días a acentuar las fracturas de la sociedad pakistaní, acusando de traición a la oposición, jugaron contra él.

- Seguridad degradada -

Tras dos décadas en la política, la tenacidad del jugador de críquet adulado por millones de paquistaníes por liderar al equipo nacional a su única victoria en el Mundial, en 1992, se vio al fin recompensada.

Como jefe del gobierno, gozó en un principio de una imagen de incorruptible en una sociedad cansada de los partidos tradicionales, que monopolizan (junto al ejército) la política nacional desde hace décadas.

Durante la pandemia de covid-19, su decisión de no imponer un confinamiento nacional, que habría "hecho morir de hambre" a los paquistaníes, se reveló acertada (el país solo tuvo 30.000 muertos) y le permitió ganar popularidad.

Pero la coyuntura económica y las malas decisiones acabaron por alcanzarle. La fuerte inflación, la depreciación desde julio de la rupia y el aumento de la deuda debilitaron su imagen.

Además, la seguridad también se volvió un problema mayor, después de la toma del poder por los talibanes del vecino Afganistán.

La vuelta al poder de este grupo islamista se vivió como una victoria de Pakistán, país acusado de apoyarles desde hace tiempo y donde incluso se apodó al jefe del gobierno como "Talibán Khan" por no haber dejado de promover el diálogo con ellos.

Pero, tras años de calma relativa, los atentados, sobre todo a manos de los talibanes paquistaníes, retomaron en agosto.

- Complacencia con los radicales -

Imran Khan también tuvo que ver cómo se degradaban sus relaciones con el ejército, acusado de interferir en su favor en 2018, aunque en los últimos días mantuviera el silencio ante la situación del jefe del gobierno.

Islamabad además se acercó aún más a China. Y la visita oficial a Moscú de Khan, el mismo día del inicio de la guerra en Ucrania, le valieron numerosas burlas y críticas.

Khan, hijo de una rica familia de Lahore (noreste, frontera con la India), diplomado en Oxford, casado tres veces después de arrastrar su reputación de seductor durante su carrera deportiva, también fue acusado de complacencia con los radicales religiosos.

En noviembre, su gobierno levantó la prohibición que pesaba desde abril contra el partido Tehreek-e-Labbaik Pakistan (TLP), por las violentas manifestaciones que denunciaban el apoyo dado por Francia a la defensa del derecho de caricaturizar, entre otros, al profeta Mahoma.

También fue acusado de restringir la libertad de expresión de la prensa, y en varias ocasiones relacionó la forma de vestirse de las mujeres con la violación, en un en país donde la violencia sexual está muy presente.

I.Hernandez--HHA